
E/C José Ángel Tovar
Fotos: José Igualguana
Cuando se desea juzgar a una ciudad, lo primero que se mira son tres cosas: el estado de sus calles y aceras, la limpieza en sentido general y los espacios verdes, paseos, parques y plazas. Barcelona es la negación de todo ello y sus plazas son, quizás, una expresión de la desidia gubernamental.
Dejando atrás el objetivo que les dio vida cuando comenzaron a crearse en la época colonial, como centros para el encuentro, la conversación y distracción, muchas plazas están perdiendo su rol comunicador y con éste afianzando un proceso en el que tiene cada vez menos importancia el individuo y el reencuentro del ciudadano con su medio ambiente.
El desorden que hay en las plazas y sectores públicos de la ciudad tiene que ser visto como “el secuestro del espacio público por parte de la violencia, la inseguridad, la buhonería y la intolerancia cuya culpa recae directamente sobre los gobernantes”, señala la socióloga Yudith Lárez, al referir que estos sitios ya han dejado de ser lugares para compartir y descansar.
Un ejemplo de lo que señala la especialista, es la Plaza Cayaurima, ubicada justo al frente del edificio del Ejecutivo regional, auque en la actualidad se realizan algunos trabajos de remodelación, el abandono es el panorama reinante.
Y es que desde hace más de cinco años, el deterioro se ha apoderado del lugar, las figuras como las del Indio Cayaurima y Andrés Bello han sido blanco de actos vandálicos, lo que motivó algunos trabajos de restauración, que están muy lejos de igualar la apariencia original de las estatuas.
Para jubilados y desempleados
Las plazas en los últimos años se han transformado en centros de reunión para desempleados, jubilados, gente necesitada con grandes problemas económicos que las buscan como lugar para compartir y solidarizar su miseria.
En el caso de la plaza Miranda, se encuentran experiencias como las de una especie de “salvador espiritual”, llamado Joe, quien recoge de las manos de gente pobre, una colaboración individual de mil bolívares que cobra por la reliquia que da a cambio, después de finalizar la consulta que imparte para hablarles del Evangelio y ayudarlos a salir de sus problemas personales y familiares.
José Rafael Pérez, jubilado de la Cantv, una de las personas que acude a esta reunión, se quejó del incumplimiento en el pago y de que la telefónica los está matando de hambre. Igual que él, Aquiles Saavedra explicó que desde hace cinco meses está desempleado.
La necesidad los lleva a recurrir a cualquier cosa y las plazas no están aisladas de la angustia, el drama social, la manipulación y el engaño que envuelve a la ciudad.
Miles de cuentos, anécdotas y el reflejo de la vida citadina se encuentran en cada una de estas plazas, muchas lamentablemente desaparecidas y otras, ignoradas por la gente incluso hasta desconocer la estatuaria que les da su nombre y los hechos históricos que guardan como sus grandes secretos.
Decentes, pero oscuras
Si bien las plazas Bolívar y Miranda presentan unas estructuras no tan “aporreadas”, las personas consultadas se quejaron de la oscuridad que reina por las noches en estos lugares.
Según lo señalado por la Dirección general de la alcaldía de Barcelona, buena parte de esta situación se debe a que el cableado de las plazas y bulevares son presas fáciles de los denominados “come cables”.
La otrora plaza Tricentenaria, simplemente ha desaparecido y ahora se construye lo que será el Teatro Municipal.
Por seguridad sustituyen plazas
El arquitecto Marco Negrón comentó que los centros comerciales han sustituido a las plazas por razones de seguridad. Además sus visitantes se sienten cómodos y tienen la posibilidad de comprar, que también ocurría anteriormente.
Con respecto a los espacios construidos dentro de los centros comerciales, como plazoletas, consideró que son muy gratos.
A juicio del experto sería interesante que las autoridades municipales negociaran con los constructores de los centros comerciales la recuperación de los espacios públicos en sus cercanías, a lo cual está seguro no se opondrían.
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