Sectores populares de Sotillo recibieron a “el flaco”
Caravana del Triunfo se llamó la actividad de Henrique Capriles en Puerto La Cruz y precisamente, triunfalismo es lo que se respira en el ambiente de los opositores. Nunca antes quienes adversan a Hugo Chávez se habían mostrado tan convencidos de la posibilidad de derrotar en las urnas al actual Presidente.
Eran poco más de las 3:30 de la tarde cuando arrancó la hilera de carros desde las inmediaciones de Makro. Un camión de sonido marcaba el rumbo, atrás, en una Pick Up que dista mucho de todo el aparataje que usa el llamado “Chavemovil”, iba Capriles acompañado del candidato a la gobernación, Antonio Barreto Sira y el aspirante a alcalde de Sotillo, Marcos Figueroa; y gente, mucha gente a pie rodeando el vehículo.
“Son miles y miles y miles, cada vez son miles que están con Capriles” es la música con la que arengan a los seguidores, melodía algo premonitoria porque cada calle que es cruzada por el aspirante presidencial está full de personas, no con un color, porque resulta que no solo la calle parece haberle quitado “el flaco” a Chávez, sino que son las franelas tricolores, la famosa gorra de la bandera que causó polémica con el CNE y la camisa de la Vinotinto las que marcan la escena: Venezuela es la protagonista y no un solo color. Aunque claro que se ve algún logo de partido político, pero son muy pocos.
Así, los símbolos patrios ya no identifican a la campaña oficialista, sino que cruzaron la otra acera.
Gente salía de todos lados a tratar de darle la mano al candidato, en sus rostros hay un común denominador: una sonrisa. No importa si son hombres o mujeres, jóvenes o viejitos. Capriles causa algo comparable a lo que desata una estrella pop en sus fanáticos, lo de Chávez en sus inicios.
¿Territorio enemigo?
La escena no ocurre en ninguna calle de Lechería, bastión opositor. Es La Caraqueña, el populoso sector de la zona alta de Puerto La Cruz que salió a recibir al candidato con banderas y afiches, madres queriendo que el hombre cargue a sus recién nacidos. Todo el barrio estaba en la calle y es que Capriles se metió en la cueva del lobo, donde se supone el chavismo reina, pero que ayer se mostró muy tímido.
Así transcurre el recorrido hasta la frontera con Las Charas, la persona encargada de monitorear la ruta hace una llamada: “No puede ser” exclama a su interlocutor, luego voltea y dice en voz alta: “Todavía hay carros saliendo desde la UDO”. La asistencia sorprendió incluso a los propios organizadores, sus rostros no daban crédito a la convocatoria lograda.
De la alegría el hombre pasa a la preocupación. Un punto rojo con unos 50 seguidores de Chávez trancan el paso. Él, vuelve a tomar el teléfono y ordena cambiar la ruta: “El camino de Capriles es de paz no de confrontación”, luego vuelve a sonreír y remata, “los dejamos picados” al ver la cara de frustración de quienes vestían prendas rojas y solo se limitaron a ver cómo se desviaba la caravana.
No fue la única “alcabala” con la que se toparon en el camino, lo que obligó a hacer cambios a la ruta original. Al pasar cerca de cada una de ellas Capriles hace un ademán de “invitación” a los chavistas a unirse a su propuesta, también les regala una sonrisa.
Multitud
Cuántas cuadras de personas y cuántas de vehículos era imposible identificar, sobre todo en las intrincadas y estrechas calles de la zona alta. Valle Verde, Las Delicias, Chuparín... fueron apenas algunas de las comunidades visitadas.
El centro de la ciudad también estuvo en el blanco de los organizadores de la campaña, justamente la Plaza de las Banderas, en la avenida José Antonio Anzoátegui fue instalada una tarima para que el de la Mesa de la Unidad ofreciera un breve discurso.
“Si en cada una de las pocas actividades que hace el candidato del Gobierno yo mando a mi gente a ponérseles en el medio, me los caen a golpes y me los meten presos. De todas formas, no tengo más que darles mi palabra de respeto a los seguidores del Gobierno”, dice en tono de preocupación.
Eran las 5:10 de la tarde cuando tomó el micrófono, reforzó el mensaje que ha mantenido durante la campaña y luego vuelve a subir a la pick up. Comienza nuevamente la travesía.
“¿Viste cuánta gente? y aún así las encuestas se atreven a decir que podemos perder”, expresa eufórica una de las integrantes del comando de Campaña.
El autobús por el centro
La calle Sucre de Puerto La Cruz, termómetro histórico para medir la convocatoria de cualquier político en la zona, se quedó corta para albergar a quienes tenían más de tres horas trotando detrás del candidato e inexplicablemente, todavía lo hacían con una sonrisa de oreja a oreja, parte de la vibra que genera la oposición a sus seguidores por estos días.
Las tiendas quedaron solas, el comercio se paralizó y desde los edificios hasta lanzaban papelillos a Capriles.
Estaba previsto que la actividad cerrara en la calle Libertad del centro, pero a última hora los organizadores deciden tomar el Paseo Colón para dejar constancia de la masa que los acompañaban. Fue la última vez que se vio a Capriles, a eso de las 6:40 de la tarde. No dijo adiós, sino hasta luego porque el 2 de octubre regresa a Barcelona a cerrar la campaña.

Eran poco más de las 3:30 de la tarde cuando arrancó la hilera de carros desde las inmediaciones de Makro. Un camión de sonido marcaba el rumbo, atrás, en una Pick Up que dista mucho de todo el aparataje que usa el llamado “Chavemovil”, iba Capriles acompañado del candidato a la gobernación, Antonio Barreto Sira y el aspirante a alcalde de Sotillo, Marcos Figueroa; y gente, mucha gente a pie rodeando el vehículo.
“Son miles y miles y miles, cada vez son miles que están con Capriles” es la música con la que arengan a los seguidores, melodía algo premonitoria porque cada calle que es cruzada por el aspirante presidencial está full de personas, no con un color, porque resulta que no solo la calle parece haberle quitado “el flaco” a Chávez, sino que son las franelas tricolores, la famosa gorra de la bandera que causó polémica con el CNE y la camisa de la Vinotinto las que marcan la escena: Venezuela es la protagonista y no un solo color. Aunque claro que se ve algún logo de partido político, pero son muy pocos.
Así, los símbolos patrios ya no identifican a la campaña oficialista, sino que cruzaron la otra acera.
Gente salía de todos lados a tratar de darle la mano al candidato, en sus rostros hay un común denominador: una sonrisa. No importa si son hombres o mujeres, jóvenes o viejitos. Capriles causa algo comparable a lo que desata una estrella pop en sus fanáticos, lo de Chávez en sus inicios.
¿Territorio enemigo?
La escena no ocurre en ninguna calle de Lechería, bastión opositor. Es La Caraqueña, el populoso sector de la zona alta de Puerto La Cruz que salió a recibir al candidato con banderas y afiches, madres queriendo que el hombre cargue a sus recién nacidos. Todo el barrio estaba en la calle y es que Capriles se metió en la cueva del lobo, donde se supone el chavismo reina, pero que ayer se mostró muy tímido.
Así transcurre el recorrido hasta la frontera con Las Charas, la persona encargada de monitorear la ruta hace una llamada: “No puede ser” exclama a su interlocutor, luego voltea y dice en voz alta: “Todavía hay carros saliendo desde la UDO”. La asistencia sorprendió incluso a los propios organizadores, sus rostros no daban crédito a la convocatoria lograda.
De la alegría el hombre pasa a la preocupación. Un punto rojo con unos 50 seguidores de Chávez trancan el paso. Él, vuelve a tomar el teléfono y ordena cambiar la ruta: “El camino de Capriles es de paz no de confrontación”, luego vuelve a sonreír y remata, “los dejamos picados” al ver la cara de frustración de quienes vestían prendas rojas y solo se limitaron a ver cómo se desviaba la caravana.
No fue la única “alcabala” con la que se toparon en el camino, lo que obligó a hacer cambios a la ruta original. Al pasar cerca de cada una de ellas Capriles hace un ademán de “invitación” a los chavistas a unirse a su propuesta, también les regala una sonrisa.
Multitud

El centro de la ciudad también estuvo en el blanco de los organizadores de la campaña, justamente la Plaza de las Banderas, en la avenida José Antonio Anzoátegui fue instalada una tarima para que el de la Mesa de la Unidad ofreciera un breve discurso.
“Si en cada una de las pocas actividades que hace el candidato del Gobierno yo mando a mi gente a ponérseles en el medio, me los caen a golpes y me los meten presos. De todas formas, no tengo más que darles mi palabra de respeto a los seguidores del Gobierno”, dice en tono de preocupación.
Eran las 5:10 de la tarde cuando tomó el micrófono, reforzó el mensaje que ha mantenido durante la campaña y luego vuelve a subir a la pick up. Comienza nuevamente la travesía.
“¿Viste cuánta gente? y aún así las encuestas se atreven a decir que podemos perder”, expresa eufórica una de las integrantes del comando de Campaña.
El autobús por el centro

Las tiendas quedaron solas, el comercio se paralizó y desde los edificios hasta lanzaban papelillos a Capriles.
Estaba previsto que la actividad cerrara en la calle Libertad del centro, pero a última hora los organizadores deciden tomar el Paseo Colón para dejar constancia de la masa que los acompañaban. Fue la última vez que se vio a Capriles, a eso de las 6:40 de la tarde. No dijo adiós, sino hasta luego porque el 2 de octubre regresa a Barcelona a cerrar la campaña.
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