
Podría
parecer extraño, pero en este lugar en el que se plasman ideas por
escrito y donde se difunde la cultura no faltan burros, borregos, ni
algún que otro pequeño rebaño de ovejas, asustadas porque no existe
redacción sin lobos.

Tiburones
en las altas esferas, como en cualquier empresa que a fin de cuentas
somos. Perros ladrando y otros que no se separan de sus amos, fieles a
quienes les dan de comer, esperando a que les tiren una pelota para ir
correteando a por ella, una vez, otra, otra, otra. ¡Quién se ríe al
fondo! Ah, es la hiena del lugar.
No todo son alimañas; bichos molestos, repulsivos, dignos del pisotón final que no podemos darles porque, a fin de cuentas, son compañeros. También compartimos redacción con águilas de la información, siempre atentas, veloces, de garras poderosas para capturar exclusivas al vuelo. Osos panda a quienes quisiéramos abrazar, adorables, amables, siempre con una sonrisa y la bondad por delante. Caballos que soportan el peso de sus fuentes y secciones, animales de noble raza, porte distinguido, capaces de correr cuando se necesita. Linces inteligentes y precisos, en peligro de extinción... como casi todos estos últimos ejemplares de los que nos cuesta encontrar, porque como sucede de manera general, lo bueno y lo malo sufren un desequilibrio brutal a favor de los últimos, tan abundantes. Vivimos juntos perros y gatos, lobos y ovejas, liebres y tortugas.
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